" ES MEJOR ENCENDER UNA VELA QUE MALDECIR LA OSCURIDAD."

miércoles, 16 de junio de 2010

De paso por Tigre (continuación)

Llegamos al pequeño muelle privado, en el fondo de un caminito nos aguardaba el almuerzo. Ahí estaba la casa que le pertenecía y ocupaba su grupo de trabajo. Subimos unas escaleras para llegar a la puerta y sacó la llave que tenía escondida. La abrió y me ofreció Carménère inmediatamente para acompañar el lomo liso a la plancha que sazonaría en un momento. Me paseaba observando de a poco el hogar, nada me llamó más la atención que la terraza que estaba en la parte del frente por donde pasamos antes de entrar. La vista era genial, la claridad era perfecta para tener un libro en mano, los verdes tangibles adornaban el ambiente de manera que cualquier protector de pantalla envidiaría; se respiraba ese aire fresco que al cerrar los ojos te recordaba el edén natural donde te sentías flotar; y menos mal, con una copa amiga en la mano que me acompañaba durante la inimaginable realidad que antes se hallaba como una fantasía encerrada en la rutina del concreto.

Sobre la mesa aledaña no le costaba hacerse notar este “pequeño” de verde, y yo como buena China, le saqué la foto. Sonó el celular de Fernando, mientras el se distraía mis ojos se llenaban de deseo, observaba esa agua seductora, la condenada me quería persuadir. La observé y la observé largo rato, hasta que hipnotizada bajé las escaleras de la plataforma lentamente, caminé decidida por la ruta de tierra hasta llegar a la baranda. Me quité las chalitas para sentir el suelo, tengo esa manía de sacarme el calzado en cualquier lugar. Humedecí mis labios con mi lengua mora mientras abrazaba mi cintura con el brazo izquierdo, a media hasta el derecho, y mi copa en mano de la misma forma que hace un momento atrás. Fueron treinta segundos, puede que hasta menos. Sin mirar atrás abandoné mi tinto delicadamente sobre el muelle, desamarré el nudo que abrazaba un lado de mi cadera, y como cualquier ser humano tentado por otro, tiré del lazo que me apretaba sobre la línea de los senos, y sin más… la seda se dejó caer. Bajé mis bragas hasta el suelo también, y el cabello, por supuesto lo solté. Y como no soy muy apegada a las reglas, descendí paso a paso los escalones de madera con la libertad pura envolviendo mi cuerpo, y finalmente al agua me entregué. Lo siento, de eso no tengo fotos.

No conseguía sacarme la sonrisa de la cara, la felicidad era absolutamente plena, viva. Me sentía como puerco en barro, mi única incertidumbre era no poder ver el fondo, o mis pies. A lo alto lo vi llegar, estaba parado justo al lado de mi ropa y recuerdo exactamente lo primero que me dijo, “me perdí la mejor parte.” ¡Ja! Me reía mientras él observaba como los rayos del sol penetraban el agua transparentando mis recovecos. No recuerdo que más hablamos en ese periodo entre que se asomó y cuando se metió al agua a acompañarme un rato, muy caballeroso de su parte el haberse dejado la ropa interior puesta. Él tampoco podía sacarse la sonrisa de la cara en ese momento. Yo rodeaba a nado el lugar y cuando me cansaba me sostenía del mango del bote inflable en el que navegamos. Comentamos la agradable temperatura, él me reiteraba cuan hermosa me veía, y también me confirmaba que no había nada extraño en el agua que me mordiera el dedo gordo del pie. Fernando me acompañó para luego retirarse unos quince minutos después. Le dije que me quedaría un rato más chapoteando y salpicando en mi alrededor.

Volvió con una toalla en la mano. El bajón entró y sentía fría la piel, antes que le dijera que se diera vuelta ya lo había hecho, para dejarme vestir. Un par de veces preguntó si estaba lista, no me había entonces acostumbrado a armar ese trajecito con tanta rapidez. Subí la mirada y me di cuenta que me veía…pero ya estaba vestida. Volví a recoger mi copa y fuimos a comer. Nos sentamos en la terraza, mi cabello húmedo sobre mis hombros en caída libre y la pintura de ojos corrida cuando masticaba un bocado. Él me miraba y me decía “Sos muy sexy,” y yo sonreía y me reía de él. Conversamos aún más de la vida, de asuntos relacionados al amor, de los hijos y la independencia. Otra de las cosas que llamó mi atención fue cuando me contó que conoció un hombre que viajaba con su familia, ellos acostumbrados a las comodidades estaban sufriendo por los mosquitos y el calor sofocante, quejándose por volver. El señor tomando vino barato y recostado en su mejor relajo le dijo a Fernando “Existen dos tipos de personas, las que disfrutan de la vida y las que no.” Creo que esa vez, también sonreí, me gusta ser amiga de la alegría.

Si mal no recuerdo nos tomamos toda la botella y me ofreció abrir otra. ¡Ja¡ olvídalo pensaba, pero expresé cortesía al decir “no gracias.” Él no pudo terminar la carne, en cambio mi plato quedó vacío, si tengo alguna debilidad, es por la comida. “Quiero darte un beso,” me confesó lo que veía venir, cuando se lo negué me dio a entender que si no se lo daba con sinceridad no sería tan bueno como lo esperaría. Aún así no quería desistir, me negué un par de veces más. Entonces como dejándome degustar de un producto que promocionaba, me besó la mano de manera susceptible para mis sentidos. Nuevamente me negué, no es lo que andaba buscando, lo que quería, ya lo tenía. Él en su intento de presuntuosa conquista me dijo “no sabés lo que te estas perdiendo, después te puedes arrepentir.” Yo sabía que aparte de no sentir curiosidad alguna, si llegaba a acceder al mínimo roce, arruinaría la magia entera de uno de los días más próximos a la perfección de entre varios ya vividos. Entonces sin compasión alguna y de manera más bien burlesca, por darme cuenta de la vena hinchada que tenía su cuello, me negué por última vez y definitiva.

Le pregunté si se sentía decepcionado. En su
elocuencia de basto camino recorrido me respondió que a pesar de no obtener todo lo que hubiese querido, no se arrepentía de haber regresado a abrir su puesto en la feria cuando ya estaba listo para irse a casa y dar por terminado el día. Al verme desde lejos media perdida, y justo antes de dar un paso para cruzar la calle que separaba de aquel parque, decidió darle un vuelco a su envidiable rutina. ¡No puede ser! no lo podía creer, me dejó una expresión de asombro que hubiese pagado por ver. Me sentí como una presa, no tenía la menor idea de la picardía, pero me encantó, le aplaudí la jugada. El coraje es una de las mejores virtudes que considero pueda existir.

Se hacia tarde, aunque no quería que terminara el día, el sol anunciaba la retirada bajo sombras y brisa templada. Dejamos todo tal cual lo encontramos y partimos nuestro viaje de vuelta, y yo obviamente con mi cámara aproveche de sacar las últimas fotitos en las que lo incluí a él como muestra de agradecimiento. Me dejó su correo electrónico y una invitación para volver el día siguiente. No podía, tenía que volver a mi punto de origen, y la verdad tampoco quería. Fue una de esas veces que quieres que quede intacta en la memoria, y si por ambicioso lo continúas, como la secuela de una buena película, es posible arruinar. Así como está se quedará, intacto como un cuadro pintado en el recuerdo. Me dejó en la estación de tren, me despedí con un abrazo, y partí.

No he vuelto a saber de Fernando, no le he escrito, me pregunto que aventuras ha atesorado durante este tiempo, tengo curiosidad por saber que me podría relatar. Espero que sepa que aunque no le escribo estaré eternamente agradecida por haber hecho de mi paso por Tigre un episodio notable. La próxima vez que me pegue un viajecito a maravillosa Argentina llena de sorpresas, haré la vertiginosa visita que quedó pendiente a… La Plata.




Vi este video el fin de semana y lo encontré fabuloso, terminaré con algo de música porque me encanta. Quiero pensar también que me viene como anillo al dedo el temita. Miren el minuto 2.37 ese pasito pa´ tras me gustó, está re bueno ¡Ja¡


2 comentarios:

Darío dijo...

Que buen paseo. Es lindo el Tigre, me trae buenos recuerdos, además de hacerme pensar en Haroldo Conti. Lástima las fotos que faltaron...
Beso.

LUX AETERNA dijo...

Bueno hagamos así cuando vuelvas yo te enseño La Plata.
Pero estoy pensando que no hay ningún río cerca para que repitas esa hermosa costumbre de bañarte, no se algo se me va a ocurrir.
Por si no lo sabías la ciudad de La Plata fue diagramada antes de ser construida, se fundó en 1882 ya que la capital de la provincia de Buenos Aires hasta ese momento era la ciudad de Buenos Aires pero cuando fue declarada Capital Federal, los bonaerenses se quedaron sin ciudad.
Te mando un beso y sos muy linda

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