" ES MEJOR ENCENDER UNA VELA QUE MALDECIR LA OSCURIDAD."

viernes, 15 de abril de 2011

No juzgar, y permanecer atento.


Es conocida la historia de Nan-in, un Maestro japonés que vivió en la era Meiji, y lo que le sucedió con un profesor universitario que fue a visitarlo intrigado por la afluencia de jóvenes que acudían al jardín del Maestro.

Nan-in era admirado por su sabiduría, por su prudencia y por la sencillez de su vida, a pesar de haber sido en su juventud un personaje que había brillado en la Corte. Aceptaba en silencio que algunos se sentaran con él al caer de la tarde, pero no debían importunarlo después de la meditación. Entonces, parecía algo serio y hasta hosco, pero no era más que la necesaria readaptación mientras trabajaba en su jardín, pelaba patatas o remendaba la ropa.

El prestigioso profesor se hizo anunciar con antelación haciendo saber que no disponía de mucho tiempo, pues tenía que regresar a sus tareas en la universidad.

Cuando llegó, saludó al Maestro y, sin más preámbulos, le preguntó por el Zen.

Nan-in le ofreció el té y se lo sirvió con toda la calma del mundo. Y aunque la taza del visitante ya estaba llena, el Maestro siguió vertiéndolo.

El profesor vio que el té se derramaba y ya no pudo contenerse.

- ¿Pero no se da cuenta de que está completamente llena? ¡Ya no cabe ni una gota más!

- Al igual que esta taza, – respondió Nan-in sin perder la compostura ni abandonar su amable sonrisa -, usted está lleno de sus opiniones. ¿Cómo podría mostrarle lo que es el camino del Zen si primero no vacía su taza?

Airado, el profesor se levantó y con una mera inclinación de cabeza se despidió sin decir palabra.Mientras el Maestro recogía los trozos de porcelana y limpiaba el suelo, un joven se acercó para ayudarle.

- Maestro, ¡cuánta suficiencia! Qué difícil debe de ser para los letrados comprender la sencillez del Zen.

- No menos que para muchos jóvenes que llegan cargados de ambición y no se han esforzado por cultivar las disciplinas del estudio. Al menos, los estudiosos ya han hecho una parte del camino y tienen algo de lo que desprenderse.

- ¿Entonces, Maestro, cual es la actitud correcta?

- No juzgar, y permanecer atento.

Cuento Zen

sábado, 9 de abril de 2011

Sin edad...



despierto,
hoy,
más joven que hace diez años…
más vieja también,
pero perplejo,
no lo verás en mi piel.
Me lo dirás, y dudarás de mi existencia.

Habrás de observar sobre lo que no se puede ver.
Alboreada, imposible de eludir,
habrás de percibir etérea mi presencia,
eternizada como un arroyo sin edad
despierto al alba…

Despierto,
a cobijo de cuna lunar,
donde brota gota infinita.

Corren las piedras en senda,
como semillas volaran en viento.
Conquistado se esfuma mi cuerpo,
soberana alma de su corriente.
Acaricio piadosa el ruido que escolta,
arrastrado a mi orilla incorpórea,
lava tus pies,
te brindaré paz de beber
... sin edad…

Despierto,
encanto,
hechizo, en la mística profunda de mi elipsis.
Mi cuerpo es agua que vence su cause rabioso,
Salpica palabra cuidadosa, entrañable,
para entender el camino...
servicial,
vence el pensamiento infinito…

eleva mi despertar…
Para servir fiel la verdad sin edad…

Despierto,
testigo de mis pensamientos…
para ver transparente falso lo falso,
como verdad lo verdadero.

Sin edad despierto…
testigo de mis pensamientos.




Awake.
Be the witness of your thoughts.

Buddha
________________________________________

...Yo vide una garza mora
Dandole combate a un rio
Asi es como se enamora
Tu corazon con el mio...

...Anda muchacho a la casa
Y me traes la carabina
Pa mata este gavilan
Que no me deja gallina...

...La luna me esta mirando
Yo no se lo que me ve
Yo tengo la ropa limpia
Ayer tarde la lave...

sábado, 2 de abril de 2011

Histeria Airense



Dibujaban un corazón con los pies.
Van al compás el uno del otro.
Se mueven en un momento perfecto que parece eterno.

Ella ya le cantó con toda la fuerza de la boca de su estomago. El le canta ahora como florece el vino en el campo Argentino. El le canta, pero ella baila, baila con otro un tango elegante y distraído. El maldice la huella, que se la llevó… le falta su amor.

Vestidos. Colores elegantes de antaño barren el piso, sacuden las faldas que van debajo de las rodillas. Y el polvo de los tacos no se resiste a mirar las bombachas desinhibidas.

Vuelve insolente ella, pero de rojo esta vez, con el vestido rajado hasta la ingle, demandándole al bandoneón la angustia de no poder querer, pedirle, ni llorarle que le devuelva su juventud.

¿Volverá a florecer nuestro querer como aquella flor? Le canta su amor. Mientras, ellos bailan, con los cuerpos muy juntos y furiosos. Paso rápido y peinados intactos.

Juntos al final cantándose amor primaveral, dos, tres pasos hacia atrás. Vuelve la cintura a sus manos dominantes. Arrastra su ensanchada entrepierna arrepentida a su prepotente cadera, en seguidilla. Ella se deja mansa y cariñosa. Hasta que brusco su pasó atrás… revoltosa!

Si, una, dos, tres veces. No, cuatro, cinco, seis... vuelven, con los labios rotos después de la bofetada, pidiendo de la fuente... para beber.

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El amor es como una pirueta, vives un instante en el aire, pero si te falla el reflejo te parte los sesos.
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